Autor: Ursula K. Le Guin
Odo había escrito: "Un niño libre de la culpa de la propiedad y el peso de la competencia económica crecerá con el deseo de hacer lo que necesita hacer, y con, la capacidad de disfrutar lo que hace. Es el trabajo inútil lo que enturbia el corazón. El deleite de la madre que amamanta, del estudioso, del cazador afortunado, del buen cocinero, del artesano hábil, de cualquiera que hace un trabajo necesario y lo hace bien, esta alegría perdurable es tal vez la fuente más profunda de la afectividad humana y de la vida en sociedad"
Uno debe trabajar con el tiempo y no contra él
Takver suspiró levemente en sueños, como si aprobara, y se dio vuelta, persiguiendo algún sueño apacible. La realización, reflexionó Shevek, es una función del tiempo. La búsqueda de placer es circular, repetitiva, atemporal. La variedad que persigue el espectador, el cazador de emociones, el sexualmente promiscuo, siempre concluye en el mismo lugar. Tiene un final. Llega al final y tiene que volver a empezar. No es un viaje y un retorno, sino un ciclo cerrado, un claustro, una celda. Fuera del claustro está el paisaje del tiempo, en el que es posible, con suerte y coraje, construir los frágiles, provisorios e improbables caminos y ciudades de la fidelidad; un paisaje habitable para seres humanos. Ningún acto es verdaderamente humano hasta que ocurre dentro del paisaje del pasado y el futuro. La lealtad, que consolida la continuidad del pasado y el futuro, unificando el tiempo en una totalidad, es la raíz de la fortaleza humana; no se obtiene ningún bien si se prescinde de ella. Así, recordando los últimos cuatro años, Shevek los vio no como desperdiciados, sino como una parte del edificio que él y Takver estaban construyendo con sus vidas. Lo bueno de trabajar con el tiempo, y no contra él, pensó, es que nunca es tiempo perdido. Hasta el dolor cuenta.
-Mi raza es muy antigua - digo Ketho -. Nacimos a la civilización hace mil milenios. Nuestras épocas históricas abarcan centenares de esos milenios. Lo hemos probado todo. El anarquismo, con todo lo demás. Pero yo no lo he probado. Dicen que no hay nada nuevo bajo el sol. Pero si cada vida no es nueva, cada vida individual, entonces ¿para qué nacemos? -Somos hijos del tiempo- dijo Shevek en právico. El hombre más joven lo miró un rato, y luego repitió las palabras en iótico:- Somos hijos del tiempo.